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En medio de la crisis que atraviesa el Gobierno por las imputaciones de corrupción, a propósito de las denuncias, la Presidenta del Congreso, Luz Salgado Rubianes, se atrevió a desairar al mismísimo presidente al negarse a asistir a la sesión del Consejo del Estado, convocado en días pasados por Pedro Pablo Kucynski  (PPK).

En política los gestos cuentan y también marcan posiciones e intenciones. Al no asistir Salgado a la reunión con los otros poderes del Estado dio una muestra de descortesía, en primer lugar, porque no le restaba nada hacerlo y, además, exhibió un escaso interés para proponer, en conjunto, medidas concretas que ayuden en la lucha contra la corrupción. Craso error político, siendo éste un tema sensible y del «oscurantismo» de los noventas del que el fujimorismo no ha podido sacudirse aún.

Las razones para esta determinación la atribuyó a que, desde el punto de vista Constitucional, ese organismo del Estado es inexistente en términos jurídicos, por lo tanto adujo que en su calidad de titular del Poder Legislativo, no podía asistir. Dijo además, que cada uno tiene sus propios problemas y  responsabilidades.

Como si careciese de claridad, no se sabe si por consigna o por propia motivación, se atrevió también a juzgar la conformación de la Comisión Presidencial de Integridad (CPI), calificándola como un acto de “desesperación” por parte del Gobierno. Como colofón, fustigó duramente al Presidente Kucynski y a su gabinete porque han pasado tres semanas desde la dación de facultades y no han avanzado nada, argumentó,

Nadie que se presuma de gozar de un mínimo de inteligencia puede pensar que estas posturas las tomó ella sola, inconsultamente, es de especularse que las mismas se las decretaron en el propio Comité Ejecutivo Nacional (CEN) en tiendas naranjas, que está dirigido por Keiko Fujimori Higushi, si es que no le fueron sencillamente dictadas por Whatsapp. Es inverosímil pensar que fue una acción estrictamente personal.

Esta actuación continúa siendo de clara confrontación disimulada, de un doble discurso del fujimorismo: de un lado le desea «éxitos» al Gobierno y. de otro, exhibe poca disposición de integración con el Ejecutivo- así difícilmente podrían aportar en esta lucha- y al parecer en esto los fujimoristas están dispuestos a asumir el costo político que este comportamiento les puede acarrear o, simplemente, están cumpliendo una directriz sin medir las consecuencias.

Lo más tenebroso de todo es que, con esa actitud, le terminan haciendo el juego a la izquierda que espera como lobo agazapado a que su presa tropiece para caerle encima de fauces y hambrientos, ya que no alcanzan el poder en décadas y tienen la esperanza de pelearla en el 2021. El fujimorismo está casi en la obligación de darle gobernabilidad a este régimen, no lo pueden ignorar.

A la luz de los hechos Luz Salgado no parece gozar de autonomía, a pesar de comandar el primer poder del Estado, ni brillar con luz propia para asumir el reto de conducir sagazmente, desde el Parlamento, una frontal batalla contra la corrupción.

Parafraseando a Aristóteles diríamos que, en los momentos más oscuros debemos fijarnos en ver a Luz. Por el bien del país, que así se vea.

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ANIVERSARIO COMBATE DE ANGAMOS. PEDRO PABLO KUCZYNSKI. PPK. DIA DE LA MARINA

Foto: Perú 21