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El presidente Pedro Pablo Kuczynski (PPK) atraviesa uno de sus peores momentos. El caso Lavajato se sigue poniendo color de hormiga, pues el juez Concepción Carhuancho mandó a la cárcel a los poderosísimos dueños de las mega empresas de construcción del país, consorciadas con Odrebrecht.

Graña Miroquesada, Camet Piccone y Castiillo Dibós, entre otros, reposan sus huesos en Piedra Gordas de Ancón I.  Y más revelaciones que dio Marcelo Odrebrecht, semanas atrás, remecen la fauna política y siguen erosionando las estructuras gubernamentales.

En todo este revuelo, que no para desde que se destapó el caso, se ciernen días que serán aún más complicados para PPK, salvo que un suceso inaudito e imprevisto le tiren un nuevo salvavidas como le sucedió con el Niño Costero, primero, y luego la selección peruana de fútbol con la clasificación. Pero la suerte no es eterna y parecen no haberlo notado.

La venida del Papa Francisco, a más de un mes todavía, no será ese elemento en esta nueva crisis que el mandatario surca muy debilitado esta vez. Los ataques arrecian y una congresista ya le ha pedido su renuncia y a medida que la situación empeore podrían levantarse otras voces, la Schaefer ya lo hizo público también. El riesgo que eso ocurra es inminente, aunque esperamos equivocarnos.

Kuczynski no debe, porque puede hacerlo, seguir amparándose en las prerrogativas que la Constitución (art. 117) le facultan para evadir la reunión con la Comisión Lavajato, porque la percepción que da no es la mejor, ¿O es que quizás teme decir algo que lo ponga en contradicciones y quede mal parado? Ello no sería conveniente para un Jefe de Estado en ejercicio. Ojalá demuestre que no tiene rabo de paja, o de caja.

No le queda otra que recibir a la comisión Lavajato con todos los mecanismos que la imaginación y la ley le permitan, para evitar las faltas de respeto en esta sesión y una inconveniente mancillada a la investidura presidencial por parte de esta comisión comandada por Rosa Bartra, entre otros altisonantes anaranjados. El fujimorismo lleva una gran responsabilidad en ello. Investigar sí, pero cortésmente y con el debido respeto.

Para colmo de males su socio chileno en otros negocios cuando no era presidente, Gerardo Sepúlveda, con quien comparte oficinas en Florida por un conglomerado de empresas, es además dueño de First Capital Partners, empresa que recibió abonos de Odrebrecht. Esto ha puesto a PPK en el ojo de la tormenta nuevamente y ahora se hace más que imperativo que dé un gesto concreto para aclarar su participación en el caso Odrebrecht, a la brevedad posible.

Por el contrario, el presidente sigue sosteniendo, tercamente, que lo hará por escrito, pero esa postura va perdiendo fuerza y quedando en solitario. La población ya no lo ve con buenos ojos. Sería contraproducente desoír el clamor popular. Ignorarlo podría ocasionar que las voces de vacancia vuelvan a escucharse.  Si la calle lo pide, los encargados tendrán que actuar de oficio y, con gusto estoy seguro (art.113).

Y como colofón la Comisión Lavajato, inapropiadamente desde mi modesto punto de vista, ha decidido citar a la la primera Dama Nancy Lange y a Gerardo Sepúlveda por su relación con First Capital, en directa afrenta contra el mismísimo Kuczynski. Esto se ha entendido como una forma de presión al mandatario y forzarlo a recibir a Bartra y compañía. Las acciones obviamente están dirigidas a que PPK dé cara a la comisión. La suerte de Pablo Sánchez y cuatro magistrados del Tribunal Constitucional también juegan su rol aparte en esta coyuntura.

Vamos señor Presidente si usted se sabe inocente en este caso, que compromete a los más encumbrados de la clase política nacional, deslinde políticamente, transparente sus cuentas a la justicia y encabece la lucha contra la corrupción que la ciudadanía le está exigiendo hace rato, dando el ejemplo. El país no puede esperar más, de Usted depende.

La mayoría de peruanos vemos que, por alguna vez, la justicia parecería ser igual para todos. No nos decepcione.

GMCC

nancy