El gobierno de Pedro Pablo Kucynski atraviesa otro remezón político de gran intensidad.
Después del lamentable incendio en Larcomar la semana pasada y el fin del Foro Económico del APEC, llevado a cabo en Lima, el cotarro político está revuelto y alborotado.
Por un lado nos encontramos ante la inminente interpelación y probable censura, ya está cantada, del Ministro de Educación Jaime Saavedra, quien se convertiría en la primera baja en el Gabinete a poco más de 110 días de iniciado el Gobierno. La motivaciones pueden ser más políticas que de otra índole, pero es cierto también que el controvertido funcionario viene siendo auscultado por la prensa, los congresistas de oposición y la opinión pública, encontrándose indicios que su gestión presenta serios cuestionamientos de corrupción. Esto ocurre tras la denuncia en la compra de computadoras por casi 150 millones de soles y el desvío de fondos en esta transacción. Y, de pasadita, será interpelado también por la «desidia» de su gestión en la organización de los Juegos Panamericanos del 2019 a realizarse en Lima. Su suerte parece estar echada. Los fujimoristas ya lo hicieron saber y si ellos lo dicen, no hay más que discutir.
El Gobierno, por su parte, de manera consecuente se ha apresurado en respaldarlo cuando se sabe que una mayoría congresal lo tienen en la mira hace rato y es poco probable que le perdonen la vida. Saavedra hubiese podido darse una salida digna poniendo su cargo a disposición o presentando su carta de renuncia, pero no lo hizo ni se lo pidieron. Él ha sido miembro del régimen Nacionalista y, al margen de las explicaciones que pueda brindar, eso los «naranjas» no se lo pasarán por alto esta vez. Los votos ya están asegurados para mandarlo de regreso a su casa. El congresista de Fuerza Popular, Héctor Becerril, declaró ayer suelto de huesos, que el Presidente demuestra, una vez más, que le gusta vivir con la corrupción. A eso se han expuesto con un precipitado apoyo público, ¿habrán evaluado el control de daños que esta situación les traerá? No pareciera ser el caso.
De otro lado el Ministro Carlos Basombrío, jefe de la cartera de Interior, ha realizado una considerable purga en la Policía Nacional del Perú (PNP), dejándose de lado a 790 oficiales y subalternos. Una poda que a todas luces forma parte de la reforma que pretendería hacerse en la PNP como parte de la lucha contra la corrupción en la institución. Ello sin embargo, no quiere decir que el tema esté zanjado, las críticas le han llovido y le seguirán lloviendo al ministro porque es una medida impopular, pero necesaria para empezar a combatir el crimen organizado. Es justo también mencionar que no todos los invitados al retiro están comprometidos en actos dolosos sino que han sido cesados por Renovación de Cuadros, de forma “excepcional”. Ahora faltaría una purga así en el Ministerio Público y el Poder Judicial, si no el esfuerzo caerá en saco roto.
Como si esto no bastara, anteanoche, una réplica se sintió cuando la ex primera dama Nadine Heredia viajó súbitamente a Suiza para asumir la oficina de enlace, por encargo, ante la FAO. La sorpresa de todos ha sido grande y el Gobierno, a través de la Cancillería, no ha tardado en mostrar su incomodidad al no haber sido consultado para ello. Además, como se sabe, Heredia está siendo investigada por lavado de activos, nada menos, y asumir esta función fuera del país resulta algo preocupante. Ella tendría que venir a rendir a la justicia con cierta frecuencia lo que hace incoherente, por decirlo menos, que aceptara el puesto. Se conoce que habría solicitado afrontar el proceso desde Suiza, pedido que se resolvería en los próximos días. ¿Qué ocurrirá si dicho pedido es rechazado en el Poder Judicial?, ¿Volverá al país para afrontar su proceso? Francamente, lo dudamos.
El nombramiento de Heredia en la FAO parece ser la estrategia para armar su caso y considerarse luego una perseguida política y así buscar el anhelado asilo. Es posible suponer que al acceder al cargo podría gozar de la prerrogativa de la inmunidad funcional y brindarle el blindaje que ella requiere para eludir a la justicia, al menos por un tiempo. Nada de lo que hace la ex primera dama, hasta donde se le pudo conocer, lo dejaría al azar. Este plan terminaría siendo, además, el de contingencia frente al intento del año pasado cuando se pretendió no firmar un convenio de extradición con Francia, lo que se frustró por la suspicacia que generó y la presión mediática. La posible fuga, se desmoronó.
Otro aspecto relevante y que no deja de llamar la atención es que la Organización de las Naciones Unidas (ONU), ente del cual depende la FAO, no haya reparado en su actual estatus legal y sorprende que haya defendido su designación a ultranza. ¿Cómo queda la UNODC, la Oficina de Naciones Unidas de Lucha contra las Drogas y el Crimen, frente a este hecho? Cuando menos, una flagrante contradicción.
En este caso no está en cuestión la presunción de inocencia de Heredia (a la que tiene pleno derecho), tampoco su derecho al trabajo, más aún, cuando al parecer ha sido contratada sin los pergaminos para el cargo. Lo que está en cuestión es que se valga de estas argucias para poner en riesgo su comparecencia, como investigada, frente a la justicia. Es imperdonable que no se le haya prorrogado el impedimento de salida del país a la señora Heredia, porque ella salió por el aeropuerto sin ninguna restricción. Ahí habrá el clásico peloteo de responsabilidades entre el Ministerio Público y el Poder Judicial. ¡Una mala señal!
Este sismo parece remecer las estructuras del Gobierno, nuevamente, que se vienen debilitando innecesariamente y más rápido de lo esperado. El Ejecutivo pudo haberse adelantado a la caída de los muros removiendo de su cargo al ministro Saavedra, porque su permanencia es a todas luces ya insostenible. La salida de Nadine Heredia era inevitable, porque nada se lo impedía, pero el Gobierno debe ser enérgico también en su protesta frente a la ONU y solicitar la anulación de esta designación.
Veremos qué sucede al final y los escombros que dejará esta nueva crisis.