El operativo “demolición” por parte del fujimorismo, desde el Congreso, ha iniciado sus acciones y se ha convertido en una aplanadora capaz de arrasar al Gobierno en pleno.
Luego de asistir al bochornoso espectáculo, en días pasados, en la interpelación -con maltrato incluido- del aún Ministro de Educación, Jaime Saavedra, queda claro que el plan para censurarlo está decidido y nada ni nadie podrá cambiarlo. Además los más “connotados” fujimoristas lo han ratificado en declaraciones recientes Así que el próximo jueves 15 Saavedra tendrá que tener las maletas listas para volver a su casa.
Algunos pensamos que Saavedra debiese renunciar antes y tener una salida digna y no causarle al Gobierno una derrota más en el terreno político. El vocero “ppkausa”, Juan Sheput, se encontraría en la misma línea y así lo hizo saber públicamente. La renuncia, de darse, dejaría con la miel entre los labios a los fujimoristas que se relamen esperando la próxima sesión para el cese. Se han comportado, en la interpelación, como una manada de lobos destrozando el cadáver de un alce. Deplorable en toda su expresión. PPK tiene la oportunidad de aguarles la fiesta si permite que Saavedra dé un paso al costado.
Otros piensan que Saavedra debería ser censurado para que el fujimorismo asuma, frente al país, ese costo político. Sí eso se da, el Gobierno seguirá debilitándose rápidamente hasta ponerse en un estado de vulnerabilidad tal, que podría convertirse en presa fácil de las acciones que el fujimorismo pretenda dirigir desde el Congreso. Dos ministros caídos en menos de 5 meses no es un buen síntoma para un gobierno que ha iniciado.
Y a todo esto la bancada de gobierno sigue sin cohesionarse. El domingo pasado en una entrevista desde Arequipa el presidente Kucynski dijo: “Lo que pasa es que a veces no me escuchan mucho”, refiriéndose a su bancada congresal. Craso error de nuestro presidente, en política hay cosas que no se pueden decir ni por honestidad. Esta declaración lo ha mostrado carente de liderazgo y eso, no es bueno.
Adicionalmente medios de prensa publicaron en estos días algunas conversaciones entre Keiko Fujimori y sus más representativos parlamentarios, en un grupo de chat denominado «Mototaxi» de Telegram, que ha mostrado lo que ya se sabía: Fujimori digita la bancada a su antojo y enfila su artillería para tirarse abajo al régimen. ¿Puede alguien tener duda cierta de ello? En estas conversaciones la lideresa de Fuerza Popular hace alarde, una vez más, de su enorme poder en el Congreso y felicita a sus congresistas por sus intervenciones en la interpelación a Saavedra. Estas comunicaciones dejan traslucir dos cosas: primero, que el fujimorismo sigue siendo un partido caudillista, autoritario y manejado por una pequeña cúpula. En ese chat, por ejemplo, no estaban la totalidad de los congresistas de Fuerza Popular, sólo los más afines. Y segundo, han dejado al descubierto cuál es el rol que estaría jugando la bancada anaranjada: demoler al gobierno desde el Congreso y tumbarse a cuanto ministro les apetezca con tal de generar inestabilidad y confrontación.
Por su parte el Presidente y su gabinete estuvieron evaluando pedir cuestión de confianza frente a la moción de censura, una medida que habría sido suicida, pues hubiese llevado a poner en riesgo a todo el gabinete Zavala. Algo que no tenía ningún sentido. Salvo que se estuviese pensando en el posible cierre del Congreso a futuro, acción que dudamos pueda maquinar el propio PPK. Felizmente anoche dirigió un mensaje a la Nación en el que ha desistido en plantear la cuestión de confianza, algo por demás sensato en esta coyuntura. Sabe que no es prudente medir fuerzas con el fujimorismo en este momento.
Al considerarse la renuncia no se está condenando a Saavedra por los cargos que se le atribuyen, pero lo ocurrido en las compras millonarias en su portafolio, aun si las responsabilidades no lo alcanzasen directamente a él, por lo menos la responsabilidad política sí lo toca. El presidente Kucynski lo ha respaldado en todo momento y ha hecho casi una cuestión de Estado su defensa. Ayer en su mensaje PPK, hábilmente, le ha soplado la responsabilidad al fujimorismo por el empecinamiento en censurar a su ministro. Pero sigue siendo claro que sostener a Saavedra en el cargo es imposible por los números, simplemente. ¿Tan difícil es entenderlo?, ¿No hay en el país otra persona capaz de llevar las reformas en el sector educación?
El punto de discusión sobre la censura llegó al extremo que miles de estudiantes y ciudadanos marcharon el lunes pasado a favor del vapuleado ministro, algo por demás sui géneris, ya que se constituyó en una marcha en apoyo de un ministro y no en contra de él, cómo es lo usual. Otra connotación de esta movilización es que esta marcha fue también en contra de la oposición mayoritaria en el Congreso, algo que atañe a los fujimoristas particularmente. La calle está manifestándose, pero a los naranjas parece no importarles con tal de obedecer a pies juntillas las órdenes de su lideresa. Esta actitud les puede pasar una factura que ni se imaginan. No pueden ignorar esta realidad.
Frente a estas circunstancias se especula también que la intención de los fujimoristas sería llevar la situación al extremo, a un estado crítico de inacción y obstruccionismo, frente al cual pretenderían apelar a la incapacidad moral para gobernar, es decir, quedar expeditos para solicitar la vacancia presidencial. Los fujimoristas estarían dispuestos a obtener por la fuerza lo que no pudieron obtener en las ánforas. Todo apunta a que no habrá consensos con el gobierno. La bancada fujimorista se ha convertido en una apisonadora, capaz de llevarse por delante cuánto quiera y a quién quiera, tiene los votos suficientes y eso les da licencia para destruir sin consensos
Finalmente, Keiko Fujimori se ha negado a dialogar con PPK desde la derrota y lo sigue haciendo, aunque haya sido emplazada en reiteradas ocasiones públicamente. La sangre en el ojo sigue siendo más importante y más fuerte que los destinos del país. Esto es el fujimorismo, ¿qué les parece?