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En un tono más que agrio la flamante ministra de Justicia, Marisol Pérez Tello, fue agraviada y atacada, cual piñata, por un sector de la ultra derecha mediática, debido a su presencia y a sus declaraciones, en días pasados, en el monumento del “Ojo que llora”, a propósito del 13º aniversario del informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR). A priori, un maltrato injusto e inmerecido para la novel ministra.

El compromiso de Pérez Tello con los derechos humanos nos es novedad para nadie, ni es reciente, y mucho menos improvisado. Es una convicción en ella, es una forma de concebir y sentir la humanidad y es, principalmente en ella, una prédica que ha hecho suya a lo largo de su carrera pública.

Pocos saben que, como congresista, visitaba frecuentemente las cárceles para abogar por mejoras de las condiciones carcelarias, infrahumanas, en las que viven los presos de todo el país. Finalmente, son seres humanos y merecen un trato digno también.

El entredicho con el Cardenal Cipriani a raíz del fallo dictado por el Poder Judicial, que obliga al Ministerio de Salud a distribuir la píldora del día siguiente, la terminan de pintar de cuerpo entero. Los que la conocen saben, además, de su ferviente devoción católica y religiosa. Sin embargo, frente a dicho fallo se puso por encima de sus propias creencias para salvaguardar el derecho de las mujeres a decidir sobre sus embarazos y, también, porque la ley obliga a su cumplimiento. Mal haría  la cabeza del sector Justicia si desconociese el mandato de la ley.

Tildarla de “caviarona”, por este hecho, ha sido poco justo y mezquino, por decirlo menos. Adicionalmente, porque se acomete contra una de las personas más decentes que este Gobierno ha podido convocar. Ella, como nadie, ha dado muestras inéditas de honestidad, desprendimiento y consecuencia en la política. Lo demostró al renunciar a la reelección parlamentaria, por motivos que todos conocemos, en la que era un bolo fijo.

Los derechos humanos son inherentes, universales e inalienables para todo individuo y   hay que entender que están por encima de cualquier interés ideológico (izquierdas, derechas), político (partidos) o de cualquier otra índole. Y los periodistas tienen la responsabilidad de no dejarse llevar por sus apasionamientos. Al que le caiga el guante…

MPT

Fuente: El Comercio

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